Los libros deuterocanónicos no son menos inspirados que los protocanónicos. Pero en su conjunto expresan una etapa más avanzada de la revelación. Aun en los casos en que se trata de fragmentos de libros, el resto de cuyos capítulos figura en el canon palestino (Daniel y Ester), estos fragmentos revelan otra manera, otra mentalidad. Desde no pocos puntos de vista aparecen como la prolongación de los hagiógrafos; así es preferible tratarlos aparte, a continuación de estos últimos. Recordemos que los protestantes los llaman «apócrifos».
Estos libros, en número de siete, no forman una verdadera colección. En ellos se refleja la variedad de los géneros literarios de los hagiógrafos. Hay relatos edificantes, meditaciones y enseñanzas sapienciales, historias de tendencias diversas. No obstante, todos ellos tienen algunos rasgos comunes. Todos ellos son de fecha reciente y en la época en que se compusieron había ya pasado la era de la espontaneidad: estas obras pertenecen a la literatura de reflexión. Por lo demás, estos frutos de la edad madura son verdaderamente preciosos; la reflexión sobre la historia y la literatura del pasado hace avanzar la tradición de Israel hasta los umbrales del Nuevo Testamento.